Por DiCYT
Esta enfermedad tiene una gran prevalencia en América Latina, por eso la investigación que desarrolla el grupo de este centro de la Universidad Autómona de Madrid y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) puede tener una gran repercusión. Si los buenos resultados del laboratorio se confirman con un ensayo de campo que ya se está realizando en perros, se habría dado un gran paso.
Carlos Alonso Bedate (Foto: DiCYT)
La leishmaniasis está causada por especies de protozoos del género Leishmania que se transmiten a humanos y animales a través de la picadura de insectos pertenecientes a los géneros Phlebotomus y Lutzomyia. Las consecuencias en los seres humanos suelen ser úlceras cutáneas, especialmente graves las próximas a las mucosas, pero también puede afectar a órganos internos como el hígado y el bazo. "Venimos trabajando desde 1990 para desarrollar una vacuna y ahora estamos en una situación óptima para conseguirlo porque todos los datos que tenemos son satisfactorios", ha afirmado Carlos Alonso Bedate, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. "En perros ya está dando resultados espectaculares. En concreto, iniciamos hace un año un ensayo clínico con 750 perros en Francia y España y estamos esperando los resultados", explica.
Esta enfermedad contabiliza un millón de casos anuales en humanos, sobre todo en áreas tropicales, además de animales. En España fue endémica a comienzos del siglo XX y en la actualidad no afecta a las personas, pero sigue teniendo una alta incidencia en animales de la zona mediterránea. Los casos en humanos también han vuelto a aparecer cuando se trata de personas de proceden de zonas afectadas, ya que se trata de un problema "muy importante" en Brasil y Colombia. "No es tan grave como otras parasitosis, pero hay muchos casos de muerte por una variante denominada leishmaniasis visceral".
Carlos Alonso Bedate destaca que esta investigación podría servir de modelo para otras parasitosis. "Desde el punto de vista de desarrollo del producto ya estamos en una fase final, pero hay que pasar por aspectos reguladores, registros y controles. Si todo va bien, la tendremos en dos años", asegura. "La investigación que estamos haciendo es en perros, pero con infección experimental del parásito que reproduce la enfermedad. Aunque en campo no sabemos cuántas veces pica el mosquito al perro, puesto que se hace en campo abierto", comenta.
En cualquier caso, "la incidencia desde el punto de vista sanitario va a ser muy importante, es la primera vez que se desarrolla una vacuna no sólo ante la leishmaniasis, sino ante un protozoo de esta naturaleza. Además, está basada en criterios muy diferentes a los que se pensaba sobre cómo se podía desarrollar una vacuna de este tipo, así que estamos muy contentos, pero también nerviosos, porque el ensayo de campo es el definitivo", apunta el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, que trabaja en colaboración con investigadores de Cáceres y Granada.
Potencial terapéutico
Al comienzo de esta línea de investigación "nos preguntamos si era mejor desarrollar una vacuna o un fármaco, pero nos decidimos por lo primero porque creemos que es más eficaz para combatir la enfermedad", asegura. De hecho, "hay muchos tratamientos pero ninguno es eficaz contra la leishmaniasis visceral". Además, "tenemos algunos datos iniciales de que esta vacuna podría tener valor terapéutico combinada con fármacos que no son tan nocivos como los actuales, puesto que tienen efectos secundarios. Pensamos que la unión entre el fármaco y la inmunoterapia puede ser lo más efectivo", agrega el científico.
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